Desde los 12 años, Dilma González ya disfrutaba estar cerca de la flora, debido a que su familia siempre se ha dedicado a la siembra. Su padre poco a poco le fue enseñando. “Fui adquiriendo conocimiento de todo el proceso de siembra”, dice Dilma.
Para ella, el día inicia cuando las agujas del reloj se detienen y marcan las cinco de la mañana. A esa hora, se levanta y su día se pone en marcha para ir sembrar.
Como desde pequeña su padre le enseñó todo el procedimiento de siembra, ella trae a memoria los métodos aprendidos y atesorados en su corazón. Para la siembra del maíz, frijol y maicillo el procedimiento comienza con la preparación de la tierra, limpiándola, y aparte tiene seleccionada las semillas. “Al termino de siete meses se abona y se limpia la hierva, para cuando esté cerca la flor del maíz cargue bien el fruto” señala González. Finalizado ese proceso, se dobla y cuando está seco se recoge el producto.
Del mismo modo que su padre le brindó las herramientas para la producción de alimentos, su madre siempre ha estado acompañándola. Es a partir de la labor que su mamá desempeña, que decide incorporarse a la empresa campesina “Fe y Esperanza”, del municipio de Camasca. “A través de mi mamá ingresé a formar parte hace tres años”, rememora Gonzáles.
En su hogar aparte de la siembra de legumbres, producen árboles frutales, como nacen, naranja y mango. La mayoría de alimentos que producen son para consumo, pero para suplir las necesidades económicas de la casa venden una parte.
De la venta de los alimentos vive su familia, también las personas aledañas, ya que para Dilma que las personas cercanas no puedan producir sus propios alimentos por no tener acceso a la tierra, la huerta que ellas alquilan, aporta a la comunidad con la venta de los productos antes mencionados.
El tener una huerta les ha permitido que no les falten los alimentos en su casa en medio de la crisis sanitaria. Cuentan con gallinas que les han proveído huevos. “Hasta comer hojas verdes como el chipilin”, dice Dilma. Otra de las ventajas para ella es vivir en un zona rural y aprovechar el encierro para seguir sembrando, sin embargo lamenta no poder reunirse con los vecinos y vecinas para comentar cómo va la cosecha y abastecerse de verduras que no se producen en su huerta.
La huerta para Dilma significa un espacio donde se producen verduras y árboles frutales, como ser: chile, lechuga, brócoli y plantas medicinales, orégano, ruda. “Es más para producir legumbres verduras y frutas”, recalca.