De estatura mediana, tez morena, cabello corto, blanquecino y con una voz paciente, se encuentra Nieves Canales, una mujer originaria de El Níspero, Santa Bárbara que conquistó la zona con sus luchas por el acceso a la tierra para las mujeres.
En 1944 el Níspero era testigo del nacimiento de Nieves. La tierra que la vio crecer observó aquella joven en la década del 80 prepararse para ser partera. Su dedicación y amor a esta práctica ancestral la colocó como la presidenta de la Directiva de Parteras de la zona.
Aparte de prestar sus manos para ayudar a niños y niñas llegar al mundo, también las ponía a disposición para tejer carteras. “Ya podía tejer el tule”, recuerda.
La visita que cambió su vida
Con el tiempo recibió la grata visita de Fidelina Mejía, quien sin conocerle en persona había escuchado del trabajo de Nieves y le propuso organizar mujeres en Santa Bárbara. Su trabajo fue creciendo y aunque no recuerda la fecha precisa del primer encuentro que celebraron en Tegucigalpa, lo rememora con mucha pasión y alegría, porque en esos día nacía CODIMCA.
El camino para la fundación y creación de CODIMCA estuvo marcado por discrepancias, enojos y rupturas con otras organizaciones que se negaban a la existencia de un espacio donde las mujeres lideraran procesos.
Haciendo caso omiso de esas imposiciones, Nieves seguía con su ardua trabajo de organizar mujeres en El Níspero. Tanto fue su amor, su deseo de construir un mundo donde las mujeres tomaran sus decisiones y se reconocieran sus derechos que organizó a 80 grupos en la región. “Aquí en el Níspero yo llegué a organizar 80 grupos” dice.
Con sus amigas Fidelina Mejía, Rosa Dilia Rivera, María Antonia fueron colocando los cimientos para CODIMCA.
Las huellas en CODIMCA
Conformada la organización Nieves fortalecía y adquiría nuevos conocimientos que eran compartidos a otras mujeres. Con mucho orgullo comenta que fue la primera mujer del Níspero en pintar las primeras hebras de tule para las carteras.
“Yo fui la que capacité a todas las mujeres del municipio del Níspero y otras compañeras de Santa Bárbara. Éramos Petrona Erazo y Lacenia Castro, las tres llevábamos el proyecto de organizar mujeres”, recalca Nieves.
Mediante capacitaciones recibidas en Santa Rosa de Copán y con el apoyo del Padre Fausto Milla se formó un grupo de quince mujeres, entre ellas Nieve. Esa formación les dio la posibilidad de instalar una tienda naturista en Santa Barbara. Vendían artesanía y medicina natural.
La muerte de Fidelina fue un golpe duró para aquellas mujeres, el grupo fue decayendo. Ya las tres mujeres que se dedicaban a capacitar a otras, se sentían débiles, uno de sus pilares fundamentales les faltaba, pese a esta irreparable pérdida Nieves no desistió; siguió cosechando amor.”Yo no me desmayé, yo seguí “, afirma.
Creciendo estaba Nieves
Su camino en CODIMCA no cesaba. Con el cambio de coordinación, liderado por Leonza Solórzano, conocida como “Loncha” surgieron nuevas oportunidades para ella.
En una gira que realizaba un grupo de personas procedentes de España, Nieve les acogió en su hogar. Agradecidas con ese recibimiento solicitaron que ella viajara al país europeo. “Me llevaron a España por parte de la organización y aprendí hacer otras cosas. Hacer vinos, medicina natural, conocí otras plantas”, rememora.
Además de su trabajo en la medicina natural, brindó capacitaciones para el cultivo de la tierra, extraer abono orgánico para las hortalizas, la siembra de yuca, maíz, frijoles, tomate, chile, entre otros alimentos. Muchas mujeres desistieron pero Nieves seguía compartiendo sus saberes.
“Consalaba a las mujeres. Les decía yo voy a conseguir las semillas y sigamos haciendo hortalizas, hagamos petates y yo iré a vender”, dice. Y así iba regando la esperanza en cientos de mujeres para que no abandonaran la lucha.
Pese a las múltiples barreras, CODIMCA sigue aportando y luchando por el acceso a la tierra de las mujeres, por su autonomía, por su libertad. En Santa Bárbara las mujeres que un momento que claudicaron, regresaron cargadas de energías y confiando en las palabras de Nieve.
Su locura, su pasión y su amor por la organización sigue perdurando y se fortelece con los años. Nieve, pionera de este espacio, es una luz de esperanza para las mujeres del Níspero. En ella encuentran una partera, una educadora, una amiga, una hermana.
Y pese a la crisis sanitaria, Nieves siempre está atenta de los grupos, de observar su trabajo, animando a la juventud a no cesar. “Voy a dejar de ser CODIMCA hasta que Dios me quite de esta tierra”, afirma.
Ella agradece a CODIMCA la mujer que es, por las formaciones compartidas, las horas de desvelo, las risas, abrazos entregados y el tejer un mundo diferente para las mujeres. Su nombre resuena en el norte del país, las mujeres siguen buscando a Nieve para que les atienda en el parto, para recetas y para consejos.
“El legado que yo le dejo a la organización son las mujeres capacitadas para que se puedan defender y que le enseñen sus hijos e hijas un modelo de vida diferente. En la organización hay de todo, mujeres garifunas, lencas y todo credo. Si nosotras cultivamos la tierra, la tierra nos pertenece”, finaliza Nieves.