Los recuerdos capturados a través de las fotografías nos muestran a una Magdalena risueña, entregada, solidaria, y siempre rodeada de otras mujeres. Alzar vuelo para la Coordinadora de Cortés, Magdalena Pineda no fue fácil.
Su madre Susana Trochez y su padre José María Pineda procrearon a la pequeña Magdalena. Nació y se creció, en la que hoy es la Colonia 24 de abril de Cofradía, Cortés.
Doña Susana vendía tamales, montucas, luchaba vendiendo alimentos y don José también era comerciante. Asistir a la escuela no era precisamente sinónimo de alegría, ya que le tocaba recibir las clases descalzas, aún en las actividades escolares.
A los once años empezó a trabajar. Decidió migrar hacía Santa Rosa de Copán y siguió laborando siendo una menor. Magdalena tomó la decisión de regresar a su hogar con su familia y continuar viviendo con ellos y ellas.
Su vida en pareja estuvo marcada por la violencia doméstica. Los golpes físicos y el miedo ocasionado le impedían salir de su hogar. Carmen Orellana, Coordinadora de Actas y promotora de CODIMCA en la regional de Cortes, fue su cómplice, una compañera y amiga que la acompañó para salir de esa relación.
Carmen le habló sobre el trabajo de CODIMCA. “Me dijo conozco una organización que le enseñan a una, la capacitan y le muestran muchas cosas”, recuerda Magdalena. Sin pensarlo dos veces Magdalena le dijo que la llevara y en 1989 su vida dio un giro inesperado y pudo salir de la relación violenta en la que vivía.
Su llegada a CODIMCA
Fue recibida con amor. Cuando Magdalena se incorporó a CODIMCA, la organización estaba realizando un trabajo de hormiga que era notable en la zona. La oficina de CODIMCA quedaba en el barrio Medina, era visitada por dirigentes de las organizaciones obreras y campesinas, que estaban promoviendo la creación de un proyecto unitario de los trabajadores: obreros y campesinos, con los cuales compartíamos fraternalmente el espacio físico para las reuniones.
“Me sentí bien. Conocí a Toñita que estaba ahí y era una de las que más me apoyaba”, rememora.
Los aprendizajes y enseñanzas en cada una de las capacitaciones fueron instrumentos proporcionados por CODIMCA que le permitieron ingresar a trabajar en la municipalidad, lugar en el que estuvo más de veinte años. Su trabajo no era obstáculo para seguir con su militancia en la organización.
CODIMCA le abrió las puertas para ser promotora campesina, un enlace para la comunidad. Iba con su libreta en mano y las energías para facilitar las charlas sobre salud sexual e impartir clases a niños y niñas de primero a sexto grado en la jornada nocturna.
Las dificultades para organizar
La reminiscencia de su paso por CODIMCA está lleno de historias de mujeres que eran víctima de violencia doméstica e intrafamiliar. Violencia que se reflejaba en el miedo, desconfianza y la negación de ser tomadoras de decisiones, imposibilitaba a las mujeres de la zona a ser parte de CODIMCA.
La primera organización que había en las comunidades eran los “Clubs de Amas de Casas”, organizados por CARE, donde hacían distintas actividades. Ahí posicionaron a CODIMCA y la dieron a conocer. “La gente ya empezó a salir y organizarse”, cuenta Magdalena.
A partir de la presencia de CODIMCA en la zona y el trabajo asumido por Magdalena las mujeres conocían sus derechos, les posibilitaban salir de las relaciones violentas, trabajaban en la tierra, aprendían a leer. CODIMCA les abría las alas y las ideas. “CODIMCA me sacó de un vacío. No sabía nada. Para mí fue un gran logro”, recalca Magdalena.
Trabajando con la tierra para la siembra
Magdalena trae a memoria la solidaridad que brindaron a una compañera de la zona en la lucha por el acceso la tierra. “Nunca tuvimos tierras. Fuimos apoyar a “Chanita” una compañera que dirigía un grupo de base de CODIMCA de San Manuel Cortes, que junto a otras organizaciones mixtas como el Movimiento Campesino de San Manuel (MOCSAM) y la Central Nacional de Trabajadores del Campo (CNTC) , estaban recuperando unas tierras de la Compañía Azucarera, que eran del Estado, pero como esas compañías tienen poder, se las quitaron a los campesinos”, dice.
Las mujeres de Cortés se vieron obligadas a trabajar con tierras prestadas, situación que hasta la fecha se mantiene. Cuando ellas decidían limpiar la tierra, esforzarse por la siembra los “dueños” ya no les alquilaban la parcela.
Los diferentes grupos cosechaban tomates, chiles, berenjenas. “No sabíamos para que eran las berenjenas y nosotras las regalábamos y en los supermercados las vendían carísimas “, comenta entre risas.
Más de cinco años se dedicaron los grupos a cosechar en tierras alquiladas o prestadas. “Todo este trabajo era con CODIMCA”.
El carnaval de compartir
Tan grande era el esfuerzo en la zona que no solo las mujeres se capacitaban, no solo ellas aprendían, también las familias de ellas. En la primera asamblea que estuvo presente Magdalena en San Pedro Sula su corazón latía de alegría al ver la cantidad de mujeres presentes y como se reflejaba el amor que se tenían la una a la otra.
“Había mujeres campesinas, indígenas, garífunas, jóvenes. Yo quedé asustada y a la vez era muy bonito. Había comida y todo mundo se llevaba bien”, afirma Magdalena.
Magdalena sigue siendo parte de la Coordinación Nacional de CODIMCA. Además, es promotora de los departamentos de Cortés, Yoro, Atlántida y Colón y da sus aportes en medicina natural, manualidades y elaboración de productos de limpieza, piñatas, flores, entre otros.
Magdalena Pineda representa a muchas mujeres de Cortés. Ellas sueñan en conjunto y construyen juntas. Su pasión por CODIMCA y dejar un mundo más justo e igualitario hacen que su labor sea reconocida.
En tiempos de pandemia por el COVID-19 la llaman y ella atiende y busca las soluciones para solventar los problemas que enfrentan. “He aprendido mucho de CODIMCA. Me dicen maestra, profesora, quién iba a pensarlo cuando no sabía ni la “o”. Una vez iba en el bus y un muchacho me dijo gracias, que por usted ya me voy a graduar y todo eso fue por la organización “, nos dice con alegría Magdalena.