María Antonia: perspicaz y soñadora, una cosecha en CODIMCA que lucha por el acceso a la tierra de las mujeres campesinas

Cuando una le llama, la voz alegre y soñadora retumba en el parlante del teléfono. Tratando de resolver una y mil cosas, está María Antonia, más conocida y querida como “Toñita”. La mujer que floreció con CODIMCA desde 1986.

Toñita

María Antonia Gutiérrez Elvir, de origen Lenca, la quinta hija de padre campesino y madre ama de casa, nació en Las Flores, departamento de Lempira en el Occidente del país.

Toñita pasa por su corazón los recuerdos de su infancia y los revive con hermosura. Niña perspicaz y traviesa, estuvo rodeada de historias que leía en los libros que acogían el hogar de su tía y en el que vivían las maestras del pueblo. “Mi tía me amaba, no se imagina como me amaba”. Creció con su madre, padre y hermanos y la convivencia cercana a su tía, quién le enseñó a ser fuerte, enfrentarse a la adversidad, ser independiente, autónoma y libre. “Una mujer fuera de su época”, recuerda María.

Toñita estudió Perito Mercantil en el Instituto Álvaro Contreras y realizó su práctica en una empresa de Santa Rosa de Copań y se quedó laborando. Culminando su trabajo en Copán, regresó a Las Flores, Lempira para administrar un Aserradero durante un año. También laburo en el Instituto Nacional Agrario (INA) en el Programa de Capacitación Campesina para la Reforma Agraria (PROCARA).

El primer acercamiento con CODIMCA

Al concluir su etapa en el INA y la posibilidad de continuar con sus estudios y laborando, la familia de Toñita se trasladó a la ciudad industrial del país, San Pedro Sula.

La joven soñadora empezó estudiando Economía en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) pero su corazón se inclinó por Ciencias Sociales en los tiempos que la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM), era Escuela Superior del Profesorado. Al obtener su título como maestra de educación media, la amistad con la esposa de uno de los dirigentes obreros, Israel Salinas la acercó a la lucha campesina.

Toñita se encontró con aquel grupo de mujeres fundadoras, que buscaban solidaridad y asesoría legal a un año de su siembra. Recuerda a un grupo perseverante y convencidas de reivindicar los derechos de las mujeres del campo, principalmente en su lucha por el acceso a la tierra. El grupo venía realizando un fuerte trabajo organizativo en la zona noroccidente.

“A partir de esa relación de solidaridad me volví colaboradora voluntaria de la organización, ya que no contaban con recursos que les permitieran tener una oficina y personal para desarrollar sus actividades; en ese tiempo estaban en la gestión de apoyo solidario a través de pequeñas propuestas de proyectos”, comenta Toñita.

CODIMCA comenzó siendo contraparte de la cooperación “Amigos Cuáqueros”, con una subvención puntual para un programa de salud con medicina natural, preventiva y curativa. Para desarrollar el programa se hicieron presentes médicos de Bolivia, estos les enseñaron el uso de la Quiropráctica, de masajes, elaboración, uso y aplicación de la medicina natural. y otros procesos como formaron en Teoría de la Organización, realidad nacional, historia del movimiento campesino, reconocimiento de la lucha de mujeres como Graciela María y Visitación Padilla..

En virtud de esos procesos de formación, CODIMCA reafirmaba sus objetivos y articulaba con el movimiento popular, dando origen a la creación de la Central Unitaria de Trabajadoras de Honduras (CUTH), siendo una de las fundadoras en 1992.

Me vinculo de manera más formal en 1988″

Toñita seguía caminando con CODIMCA y en 1988 su vinculó se fortaleció. Acompañada de Olga Susana Martínez, Rosa Dilia Rivera, María Luisa Regalado, Juventina España y otras lideresas le propusieron incorporarse por completo a la organización. María, feliz y decidida aceptó, porque CODIMCA la había marcado. “Me gustó la idea, porque me sentía bien trabajando con ellas, además me sentí identificada”, nos cuenta.

El amor por CODIMCA seguía creciendo y su trabajo daba frutos. Para septiembre e inicios de octubre del 88 organizaron el primer Congreso Constitutivo. Con la presencia de quinientas mujeres y una jornada de cuatro días, la organización sentaba las bases de su misión. Para Toñita, fue una experiencia cargada de solidaridad y de autogestión por las mujeres campesinas.

Las huellas que CODIMCA estaba dejando hacían eco a nivel nacional e internacional y eso se notaba en el crecimiento de las socias, en los espacios que construían. Una ola de mujeres se levanta en Honduras. Rosa Dilia Rivera era muy amiga de Gladys Lanza que recién venía fundando el movimiento de Mujeres “Visitación Padilla”

Pero no todo lo recuerda Toñita con felicidad. En el tiempo que CODIMCA decide iniciar su trabajo político, la represión y la dominación de la Iglesia católica frenaba la labor de la organización. Con mensajes satanizadores se oponían a que las mujeres hablarán de derechos y especialmente el derecho a la tierra, negando así la Reforma Agraria para las mujeres. Sumado a ello, la negación de parte de los compañeros de hogar, quienes se oponían constantemente a que las mujeres se organizaran y alzaran su voz.

Para romper con esas ideas y prácticas patriarcales las mujeres invitaban a sus compañeros de hogar a escuchar el trabajo que realizaban y así nació la idea de conformar los Círculos de Estudios. “Surgió la necesidad de desarrollar espacios para compartir el conocimiento, que después recibieron el nombre de Círculos de estudio, facilitados por las compañeras en las comunidades.

“Una de mis grandes satisfacciones en la vida es ser parte de CODIMCA”

Muchas de las integrantes dicen: “pregúntele a Toñita, ella se acuerda, Toñita es mi amiga, es un amor”. El trabajo que ha realizado, no solo le ha marcado personalmente, también es un regalo para quienes logran compartir con ella.

La joven que inició como facilitadora, pasó a ser responsable a nivel técnico de la oficina regional de San Pedro Sula y ahora en Tegucigalpa. Pese a las múltiples dificultades que se presentaron en el camino el compromiso de las pioneras de CODIMCA fue detonante para que no dejar morir la siembra.

“Sucedieron varias situaciones que en algún momento nos desmotivaban, por ejemplo, que, en varias ocasiones, nos saquearon la oficina y nos quedamos hasta sin teléfono, pero decidimos que si abandonábamos la organización se perdía el sacrificio, esfuerzo y esperanza de muchas mujeres. Así, con todas las dificultades logramos sobrevivir y mantener la organización vigente, el ser resilientes nos ha permitido permanecer en el tiempo y adaptarnos a la adversidad”, reafirma Toñita.

El abono de CODIMCA para Toñita, son los múltiples aprendizajes que adquirido desde la juventud y su adultez. Los condimentos que rellenan la receta van desde la solidaridad, sororidad, aceptar que todas se equivocan, pero sobretodo el amor.

Toñita comparte su vida al lado de su pareja, sus hijos y es felizmente una abuela de gemelos. Su tiempo libre lo disfruta con el cuidado a sus plantas, tejiendo, escuchando música, leyendo y añora las visitas a su pueblo.

“Una de mis grandes satisfacciones en la vida, es ser parte de CODIMCA, una organización que con mucho esfuerzo, se ha convertido en un referente en la reivindicación y defensa de los derechos de las mujeres campesinas especialmente en el acceso a la tierra y los recursos; con todos los obstáculos y dificultades enfrentados con este sistema excluyente hemos logrado sobrevivir con mucha dignidad”, concluye Toñita.

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